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lunes, 19 de marzo de 2012

De La Hoja de Coca: El Acullico

Una Hoja Virtuosa

“Es muy virtuosa”, decía la otra noche un buen amigo boliviano, que, a causa de sus saberes, a ratos me recuerda a Lezama Lima. Le acompañé a comprar hoja de coca en un lugar bastante inverosímil: una glorieta donde paraba un grupo de taxistas que acullicaban coca alrededor del vendedor y de una animita milagrosa en la que ardían unas velas delante del retrato de un par de jóvenes muertos, se supone, de muerte violenta.


Virtuosa o no, para mucha gente del mundo andino la hoja de coca, además de algo identificatorio, es la panacea contra todo, no solo contra la fatiga o el sueño, que lo es, y ligeramente relajante, sino que tiene propiedades estomacales, circulatorias, sexuales, anti cancerígenas, antitusígenas, sirve para dolores dentales y la inflamación de las articulaciones, la hipertensión y la diabetes.

No hay consumidor que aporte datos negativos

Los jampiris, esto es los médicos andinos (incluidos en el organigrama sanitario nacional), la utilizan en emplastos y para enfermedades del alma en ensalmos que solo podemos llamar mágicos.

No hay mercado en el que no se venda, ofrecida en grandes catos de plástico de colores vivos o a rayas. Alrededor de los catos flota un olor acre, muy característico, que se pega a la ropa y a la piel, y nunca faltan los cigarritos, la lejía y el alcohol puro que lleva una etiqueta que dice “potable”. Esos puestos suelen estar junto a las chiflerías, los comercios donde se vende todo lo necesario para las ofrendas (mesas) a la Pachamama.


Los compradores son hombres y mujeres de todas clases. No es un consumo reducido al campo o a trabajos en extremo duros, como el de los mineros. La consumen los estudiantes y los profesionales liberales, los obreros y los ancianos.

Está rodeada de prejuicios, alguno de ellos raciales –se identifica su consumo con el desprecio al indio desde muy antiguo: Bolivia no es en absoluto un pueblo de vagos que mascan coca, sino un país donde se trabaja duro-, y varios países, secundando a Estados Unidos, persiguen su prohibición y la erradicación de su cultivo, cosa que por el momento se ve más que dudosa, en la medida en que el cultivo de la coca es programático en la política de EvoMorales. Lo que no quita una realidad lacerante y políticamente muy peligrosa: el narcotráfico en la América andina es algo más que una leyenda y se ha convertido en una lacra de difícil control.

Lo normal es oír hablar de la coca como sustituto de la comida, pero eso no es así o no del todo. Reduce la fatiga, cierto, y tiene propiedades ligeramente estimulantes y relajantes, pero no quita el apetito ni puede sustituir una dieta.

El mascar coca es uno de los ritos andinos de más honda raigambre y en muchos trabajos –agrícolas y mineros- está rodeado de ritos complejos.

Algunos chapuceros cronistas de Indias hablan de su uso desde el siglo XVI. Joseph Hipólito Unanue publicó en 1794, en el Mercurio de Lima, un informe muy detallado sobre su cultivo, uso y consumo; eso al margen de las noticias que daRuiz.

El consumo de la hoja de coca recibe el nombre de acullico oacullicar y no se trata tanto de masticarla, como de formar con sus hojas, quitándoles el peciolo y el nervio principal, un bolo en la boca (el pijchu, pichto o pijto), que se coloca entre la encía y la mejilla, que macera con la saliva y que con la ayuda de la lejía o del bicarbonato de sosa, que modifica el Phácido de la saliva, liberaría algunos de sus principios activos, como la ecgomina y por supuesto la cocaína, algo que a estas alturas resulta innegable. La hoja de coca no es el equivalente al clorhidrato de cocaína, pero contiene ese alcaloide. La absorción, en grado mínimo, de esos principios activos parece que no es tanto por la deglución como a través de las mucosas.

Lo que en castellano se llama lejía y en quechua llipt’a ollujt’a, es una ceniza de planta de quinua molida con camote o patata. Por lo visto, hay consumidores que la mezclan con una corteza amazónica molida de efectos fulminantes, cuyo nombre no he conseguido. Puede ser dulce (Yungas) o amarga (Chapare), pero se suele escupir el pichto cuando resulta muy amargo.

El precio del saquito de plástico verde, que sustituye a lach’uspa (ese bolsa de tejido andino que se lleva colgado del cuello), estaba esta mañana en el mercado entre tres y cinco bolivianos (el euro está a nueve bolivianos) dependiendo de la cantidad, pero en el precio también influye el origen y el lugar de la compra. La más fina es la que venden en los mercados de La Paz, proveniente de la región subtropical de Yungas y la más basta, por dura y de hoja grande, la que proviene de la región cocalera del Chapare, y es la más relacionada con el narcotráfico porque es la que sirve para la elaboración de la pasta base.


OTRA COSA es el uso que de la hoja de coca hacen losyatiris, algo más que meros adivinos andinos, que se pueden encontrar en varias calles del centro de La Paz y en una “barriada” de La Ceja, en la población de El Alto, y en casi todos los mercados de Bolivia, cerca de las chifleras. Arturo Borda pintó un cuadro, El Yatiri, que es un clásico y un icono de ese rito.

Los yatiris suelen estar sentados en las aceras, en algún rincón o al paso, con una mesita o un aguayo en el suelo. Sus instrumentos de trabajo son una campanilla metálica y un crucifijo, y a veces una botellita de alcohol para las challas rituales.

Después de cobrar el precio de la consulta, tiran las hojas que se han escogido, siempre de diferente tamaño, encima delaguayo y dependiendo de cómo son, si tienen o no picaduras, manchas, o de cómo caen, se hace la lectura. Hace un año,Pavel Paredes, mi guía en El Alto, me explicó algunos rudimentos de esa lectura, pero eran eso, rudimentos: si salía del lado claro era bueno y si salía del verde oscuro malo, pero para otros es al revés. Todo depende de las interpretaciones más o menos imaginativas que se le dé.

Al margen de las discusiones políticas y de las sanitarias que apoyan a las primeras, resulta poco menos que imposible comprender el mundo andino sin acercarse a ese aspecto de su cultura. No hay antropólogo que lo desdeñe. Los tiempos de la burla van quedando atrás.

Aurelio Díaz, Hoja, pasta, polvo y roca. El consumo de los derivados de la coca, Barcelona, Publicacions d'Antropologia Cultural, Universitat Autònoma de Barcelona, 1998.

Joseph Hipólito Unanue, Disertación sobre el aspecto, cultivo, comercio y virtudes de la famosa planta del Perú nombrada Coca.

Original Post 23 Abril 2009 desde Vivir DE Buena Gana

miércoles, 29 de febrero de 2012

Toma Coca

Toma Coca por Bienestar y Salud

Toma coca en infuciòn, en caramelos, en jora, licores, tortas, ococa, galletas, capsulas, etc. No Cocaina, son dos cosas diferentes

3 agosto 2006, 09:18 por Chino Becerra en Cultura, RCPAL por Jorge Loayza y Lidia Cortez, organizadora de la feria donde se promueven los productos a base de hoja de coca.

Aunque es perseguida por el mundo, en nuestro país un grupo de miniempresarios está empeñado en hacer de la hoja de coca una materia prima para elaborar diversos productos. ¿Tiene esa hoja las grandes propiedades que afirman sus defensores? Algunos especialistas intentaron aclarar el tema.

La conocida chicha de jora ahora se llama coca jora y la apetecible ocopa ha mutado de nombre y sabor para llamarse en adelante cocopa, igual de verde pero no por el huacatay sino gracias a una cucharadita de la harina de la tradicional hoja. Su creadora, la señora Magda Rojas, asegura que el plato es apetecible.Y lo dice sin intención perversa porque sus recetas solo se ingieren vía oral y no nasal.

La lista es casi interminable: chocolates, licor, cápsulas, cremas, pasta dental, jabón, champú, fideos, galletas y todo el etcétera que puede llevar harina de coca. Basta con darse una vuelta por la feria artesanal ubicada a la espalda del colegio Melitón Carvajal –en Lince– donde algunos pequeños empresarios batallan en la defensa de sus productos elaborados con la perseguida hoja.

El enfrentamiento se ha trasladado de los campos de cultivo a la ciudad donde los empresarios –apoyados por algunos profesionales de la salud– defienden los beneficios de la hoja frente a la oposición de instituciones como Devida o Cedro que alertan sobre el grave peligro en su industrialización.

La coca sour (1), caramelos (2), cremas (3), pan (4), coca molida y encapsulada (5), y hasta una novedad de la culinaria nacional, la hoja de coca (6).

Con el machete de sus argumentos, el médico y coordinador del área de investigaciones de Cedro, Alfonso Zavaleta, intenta quitar de raíz la posibilidad de industrializar la hoja de coca. “Como cualquier producto vegetal tiene proteínas vegetales, alrededor de veinte por ciento, muy pocos carbohidratos, pocas grasas y un conjunto de sustancias micronutrientes como la vitamina A, varias del grupo B, calcio y algunos iones. De todo esto que forma la composición química natural de la planta, habría cuatro compuestos que se podrían “aprovechar”, pero después se ha visto que esto no sería tan cierto”, dice el especialista como punto de partida.

El doctor señala que las proteínas de la hoja de coca –tanto entera como en polvo– no las puede digerir bien el organismo del ser humano. Algo similar ocurre con el calcio. Sin embargo, admite que sí tiene cantidades altas de vitamina A.

Respuestas a esas afirmaciones no faltan. El psiquiatra Teobaldo Llosa, quien además asesora a productores de hoja de coca, sostiene que si bien en el tema de la absorción de proteínas Zavaleta tiene razón, en el caso del calcio es diferente porque la coca tiene la mayor concentración de ese mineral entre las plantas de la región y se absorbe de un 20 a un 30 por ciento, cantidad suficiente para suplir necesidades como complemento nutritivo y terapéutico. “Baste el hecho de que se puedan obtener vitaminas A y B, en las mismas cantidades que otras plantas, para que su uso sea recomendable, pues se trataría de un complemento con muy bajo costo”, apunta.

Sin embargo, Zavaleta indica que el tema de discusión principal en la industrialización de la hoja de coca es la presencia de los 13 a 15 alcaloides que se pueden encontrar, de los cuales el principal es la temida cocaína. “En cualquier forma que se prepare la hoja, esos alcaloides van a estar presentes lo cual hace que tenga una toxicidad implícita”, precisa.

Uno de los productos de hoja de coca con gran aceptación de los consumidores es la harina. En la feria de productores de coca, Manuel Seminario, representante de la empresa Maná, es un promotor empedernido de ese producto. En su stand ha instalado una moledora de donde las hojas salen convertidas en un polvo tosco que debe volver a moler para refinarlo.

Seminario indica que hace eso porque la Empresa Nacional de la Coca (Enaco) solo le vende diez kilos de harina micropulverizada mensuales lo cual no le alcanza para las galletas, fideos, chocotejas y hasta hojas de coca bañadas con chocolate.

“En un queque, el 95% de la harina debe ser de trigo y el resto de coca. Si se divide en doce porciones, cada una contendría unos cuatro gramos de hoja, lo que equivaldría a un chacchado”, explica.

¿Es posible esa alternativa? Para la nutricionista Geraldine Maurer, la harina de coca puede ser interesante como un complemento para la elaboración de otros productos y descarta el riesgo de que sea adictiva si se consume en cantidades prudentes. Sí tiene claro, no obstante, que no se van a solucionar los problemas nutricionales de la población peruana.


El doctor Zavaleta acepta que la harina de coca podría suplir los requerimientos de la vitamina A en determinada proporción, pero advierte que el problema es que nadie garantiza que no haya toxicidad en el mediano o largo plazo debido a la presencia de los alcaloides. Además, dice que aún no se ha elaborado un estudio sobre la probabilidad de que dicho producto cause daños en el organismo humano.

Agüita de coca

Si la harina de coca genera un debate que no pone de acuerdo a ambas partes, con el empleo de la hoja en la preparación de bebidas energizantes el tema se vuelve todavía más delicado. La nutricionista Geraldine Maurer manifiesta que los alcaloides que contiene la hoja son elementos no nutricionales, los cuales provocan efectos bastante identificables.

“La coca es un energizante. Sus alcaloides mejoran el estado anímico, quitan el apetito para bajar de peso. En la sierra se usa como estimulante para el trabajo duro. Personalmente tuve un proyecto junto a una colega para lanzar una bebida energizante con hoja de coca pero Enaco nunca nos dio la información que necesitábamos”, confiesa la nutricionista.

Las bebidas con hoja de coca son un punto crítico precisamente por los alcaloides. En julio del 2004 se lanzó al mercado la bebida “K-Drink”, elaborada en base a la bendita (o maldita) planta, con la terrible estigmatización de su peligrosa adicción. A pesar de ello logró exportarse. Pero la JIFE (Junta Internacional Fiscalizadora de Estupefacientes) dictaminó que no podía seguir vendiéndose.

La harina de coca también se puede conseguir moliendo las hojas en casa. Luego se mezcla con la harina de trigo.

El doctor Zavaleta se alinea con esa posición. Para él, las bebidas con hoja de coca deben ser “descocainizadas”, es decir que pierdan su encanto. Eso tuvo que hacer la empresa que vende “Vortex”.

“Los alcaloides de la hoja de coca son adictivos en el largo plazo. Los que están a favor de estas bebidas te dicen que no son adictivas porque no ves el resultado de inmediato, ¿pero más tarde? ¿Y si se te ocurre tomar cincuenta botellas, o te metes un kilo de harina de hoja de coca en un coca sour? Es un ‘tirazo’”, dice Zavaleta, en un tono alarmista.

Para Teobaldo Llosa esas afirmaciones no tienen sentido. Pone como ejemplo que los serranos agricultores y mineros consumen coca todos los días, con lo cual logran más resistencia laboral, sin adicción.

Para el doctor, el consumo de coca por vía oral ha demostrado, a lo largo de miles de años, que no solamente no hace daño, sino que beneficia a la persona.

Y mientras los especialistas continúan discutiendo, la hoja de coca no se deja de chacchar. La misma organizadora de la feria artesanal que promueve diversos productos en base a la planta, Lidia Cortez, afirma que si consigue trabajar todo el día y dormir pocas horas, es porque siempre chaccha.

Para creerle, se saca la lliclla y nos muestra una ruma de hojas. Ella se ríe, confiada en que la Policía ya sabe a lo que se dedica.

Un mundo verde

De las 110 mil toneladas métricas de hoja de coca que se producen en nuestro país anualmente –en aproximadamente 50 mil hectáreas– el consumo legal alcanza solamente las 9 mil. De esta cantidad, se estima que unas 3 mil van para la incipiente industrialización. El resto, 101 mil, tienen como destino el narcotráfico.

En este complicado panorama, el economista Hugo Cabieses está a favor de la despenalización de la mencionada hoja, pero aclara que no se debe vender la idea de que esta va a ser la llave que abra las puertas de un gran desarrollo económico. “Antes de satanizarla, como lo hace Devida, se deben hacer investigaciones para incrementar su uso en infinidad de productos”, sostiene.

El economista estima que si se lanzara un agresivo programa de industrialización en Perú y Bolivia, podría usarse la producción de hasta 45mil hectáreas.

Cabe señalar que un punto clave en todo este tema es la despenalización. Cuando se lanzó la bebida K-Drink con el apoyo de la propia Enaco (y con niveles de cocaína aprobados), al venderse en el extranjero la Junta Internacional Fiscalizadora de Estupefacientes le señaló a su promotor que la Convención de Estupefacientes de Viena indica que un producto con alcaloides de hoja de coca solo puede estar destinado para uso médico o científico.

Nota publicada en la pàgina: www.larepublica.com.pe el Jueves, 03 de Agosto 2006